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EL TEXTO

 

Un texto. Un texto para las fotos de Daniel, alumno de Koldo (Chamorro) que viaja por el Mediterráneo montado en una contaxautofoco como la que tiene ahora -aunque no se lo cuente a casi nadie- el de la emetrés. Ya saben*.

Un texto. Un texto para las fotos de "En tránsito", que en un primer vistazo parecen de Bernard (Plossu), en el segundo de Vari (Caramés), y en un tercero, sin duda, de un fotógrafo joven que también va por el mal camino, por el sendero que conduce a ningún lugar: panteón sin flores donde se entierran en vida los que se dedican a fotografiar los sueños cuando por lo visto, ya no le gusta soñar a nadie.

Un texto. Un texto para esas fotos de la autofoco que por no tener no tienen ni foco. Para las fotos de Daniel, que a mi - ya que me preguntan- me sorprenden mucho, mucho, mucho. Me gustan. Y allá nosotros, claro. 

Un texto. Vale. ¿Pues saben qué?. Que no hace falta texto. Porque aquí, en las fotos, sin foco y sin texto, sin texto y sin foco, está todo el viaje de Daniel a la luz de Grecia, el viaje a la luz que ilumina esa cuna de la cultura donde se enseñaba a cuestionar las verdades absolutas, el viaje a la luz del triequis atrapado por la cámara del turista, el viaje a la luz del paseo por la modernidad. ¿Qué modernidad?. La que exige un lector/espectador implicado no solamente en el mismo universo narrativo, sino también en los códigos del narrador. ¿Vaya rollo? ¡Cierto! Para día, el que llevo. Pero un rollo no, docenas. Ya les digo, de triequis, de triequis en lata. De treinta y seis.

 

RAMÓN LOUREIRO, 1996

 

*Henri Cartier-Bresson

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